sábado, 5 de noviembre de 2011

Combatiendo la vida blanda: atletas veteranos

En la pista el atleta argentino que aún no ha finalizado la prueba.


Combatiendo la vida blanda
En Uruguay unos 400 atletas veteranos desafían los años en busca de salud y medallas. Y en los torneos internacionales es común su presencia en el podio.

L.G.
En la pista de atletismo del Parque Batlle, el coloniense Hugo Vázquez (73) recibe el aplauso de todo el mundo. Llegó último en la competencia de 200 metros llanos, en la categoría 70 años, durante el reciente Torneo López Testa. Está notoriamente cansado, descalzo y rengueando; está visiblemente feliz. "No debería correr, pero yo no quiero abandonar esto. Es tan lindo el entorno, llegues último o primero igual te aplauden". Hugo, que ya le ganó a un cáncer de próstata, piensa llegar a los 90 años corriendo cien metros.
Hay camaradería entre los atletas veteranos; humor negro, también. "No les den mucho más tiempo que no llegan", dice uno de los corredores mientras se demora el inicio de una prueba. "Yo no descanso mucho, sino no me levanto más", afirma otro sexagenario, muy extenuado. Todos afirman que seguirán esforzando la máquina hasta que el cuerpo aguante.
Habrá camaradería, pero también hay competencia. Muchos de estos veteranos no han perdido el "ojo del tigre". Celeste Alves, de La Paz, tiene una presencia que desmiente los 71 años que canta su cédula, gracias a su tono muscular y a su cabello teñido de azabache. Coqueta y orgullosa, cuenta que desde que empezó a competir en los torneos continentales, en 2000, siempre ganó en sus respectivas categorías en 100, 200 y 400 metros llanos. "O sea, en la región no tengo rivales". Omar Clok (56), de Piriápolis, con dos oros y dos platas traídos del XV Campeonato Sudamericano que se realizó en noviembre pasado en Chile, saca pecho de manera tajante: "La camaradería es importante, pero yo entreno para ganar".
También está Washington Flores (85). En el fondo de su casa cerca de la Gruta de Lourdes, este ex bombero entrena en un circuito improvisado eludiendo árboles, perros y nietos. Con pesas de textiles y bolsas de arena se armó sus propios implementos para fortalecer brazos y piernas. Tiene muchos más otoños de lo que aparenta su rostro de escasas arrugas; tiene 400 medallas en su palmarés, incluyendo oros en salto alto, salto largo y lanzamiento de bala, en la categoría 85 años, obtenidos en la reciente cita en Chile; también tiene una placa de tórax donde el color negro domina en sus pulmones, recuerdo de sus 42 años como fumador. "El cigarrillo fue mi gran error", dice. "Antes de calentar, me mando dos nebulizaciones. Soy asmático. Si no fuera por el deporte, estaría en una silla de ruedas conectado a un tubo de oxígeno".

Un atleta ya se considera veterano cuando supera los 30 años. "Es ahí cuando comienza el proceso de envejecimiento", afirma Raúl López Barrera (76), presidente del Centro de Atletas Veteranos de Montevideo (Cavemont). "Y si uno no toma providencias ese proceso es más rápido y más intenso. Es importante la adquisición de hábitos buenos que nos permitan, ya de grandes, disfrutar de lo que salvamos del naufragio". Raúl hoy es récord sudamericano en garrocha en categoría 75 y tercero en decatlón en el Mundial de Veteranos de Finlandia en 2009. De estado físico impecable, hay otro factor que provocaría la envidia de muchos: su segunda esposa, también docente de Educación Física, tiene la mitad de su edad. "Hago decatlón, ¡soy corajudo!"
En Uruguay, el grueso de estos deportistas -unos 400 en total- tienen más de 55 años, agrega el médico deportólogo Leonardo Salvarrey (66), médico presidente de la Asociación de Atletas Veteranos del Uruguay (Asavur). Las categorías van de cinco años en cinco, y las disciplinas son adaptadas. Por ejemplo, a partir de los 60 años los 400 metros con vallas se transforman en 300, y los obstáculos son diez centímetros más bajos; el martillo común pesa 7,25 kilogramos, pero los competidores de 60 años lanzan cinco kilos, y los de 80 dos.
Lo único que se les exige, indica Salvarrey, son controles médicos. Para el presidente de Asavur, la propia actividad es la que hace que los viejos huesos sigan aguantando sprints, saltos y lanzamientos. "El atletismo es el deporte madre y el organismo se abastece con la actividad física. El que la practica previene diabetes, obesidad, osteoporosis, insuficiencia cardíaca y cerebro-vascular".
MOTIVACIONES. ¿Qué motivaciones puede tener una persona con buena parte de su vida ya hecha para ponerse a prueba al rayo del sol o bajo lluvia? Más tomando en cuenta que, salvo por algunos apoyos puntuales, son los propios deportistas los que deben costearse todos sus implementos, entrenamientos y traslados, incluyendo los viajes a competir al extranjero (cientos de dólares para un sudamericano, miles para un mundial).
"Es simplemente sentirse bien, tener un motivo en qué pensar, no abandonarse a quedarse sentado en un sillón, delante del televisor y hamacarse. En lugar de eso, prepara su equipo para lanzar bala o disco al parque, o correr, porque tiene una competencia en seis meses". Así habla Salvarrey, quien además fue medalla de oro en 300 metros con vallas en el Mundial de Finlandia 2009, categoría 65 años. El compartir pista y vivencias con sus pares, además de apostar a la salud, son otras respuestas comunes entre estos deportistas. Berenice Da Silva (50) aporta otra motivación: "Es más barato que pagarle a un psicólogo", afirma sonriente.
LOGROS. Desde Puerto Rico en 2003, las delegaciones uruguayas no han vuelto de los mundiales con las manos vacías. En Finlandia 2009, por ejemplo, fueron cuatro representantes y los cuatro subieron al podio: en total, trajeron tres oros y dos bronces. Y en el último Sudamericano de Chile (al que viajaron 96 atletas), la cosecha fue impactante: 28 oros, 17 platas y 17 bronces. ¿Por qué no se obtienen esos éxitos en los Mundiales o Juegos Olímpicos "absolutos"?
Salvarrey, quien también es ex presidente de la Confederación Atlética del Uruguay (CAU), dice que para preparar un atleta al máximo nivel "hay que pensar en una inversión de más de un millón y medio de dólares al año", algo absolutamente prohibitivo para el medio local. Los entendidos en el tema indican que entre los veteranos, las exigencias y presiones de la alta competencia ya son dejadas de lado. Si se practicó deporte desde joven, las distancias entre las potencias y los países periféricos se acortan. Prima la técnica en estado puro, sin aditivos ni diferencias abismales de infraestructura.
"Los veteranos en Europa, EE.UU., Australia se jubilan, ¿no? Y allá hay mucho auto, mucha comida, mucha vida blanda. Y acá la necesidad hace que tengan que seguir trabajando, moviéndose", asegura López Barrera.
El sol del mediodía obliga a una pausa en el Parque Batlle. Como si fuera un picnic, se forman rondas de mate a la sombra. Se intercambian bromas, se comparan récords y se pasan "piques". Hay más autos que público. Casi ninguno de los atletas consultados dice haber podido contagiar a sus hijos o nietos en esta práctica; pocos se acercan a ver al abuelo beberse los vientos. Ellos, en cambio, son quienes prefieren levantar la bandera de la práctica deportiva ante su descendencia. Todo entre pares, compitiendo entre ellos y contra ellos mismos, buscando sentirse mejor, más rápidos, más altos y más fuertes, como reza el lema olímpico: citus, altus, fortis, mucho antes que annosus.


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