MOVIMIENTO Y COGNICIÓN
Los profundos y complejos cambios que se suceden en este comienzo de siglo, obligan a las ciencias sociales y a sus áreas pedagógicas en particular a realizar una reelaboración de sus supuestos doctrinales. Nuestra disciplina no es ajena a estas circunstancias y por ello es necesario desarrollar un nuevo discurso que la actualice.
Lo que expondremos a continuación responde a esta realidad y es un intento de aproximación al debate sobre las ideas que han de configurar la educación física en la modernidad.
Los profesores de Educación Física somos portadores de una antigua tradición:”la paidea”, que supo ver en el movimiento una característica del hombre porque nace de él y desde él existe. Por eso lo esencial de nuestras técnicas se orienta a la educación por el movimiento y para el movimiento. Poseedores de un rico patrimonio del conocimiento en un terreno vinculado hondamente a la naturaleza de los sucesos, tenemos que ser conscientes que los progresos de la ciencia ponen de manifiesto la necesidad de encontrar las claves que nos permitan entender mejor estos procesos. Los profesores de Educación Física no podemos ser indiferentes, ni quedar al margen de estos estudios esenciales que tanto nos atañen. Debemos involucrarnos para descubrir la verdad que está subyacente en los fenómenos reales.
ACTIVIDAD MOTRIZ Y ACTIVIDAD MENTAL
La aparentemente simple realización de movimientos básicos como caminar y correr, ponen en acción los patrones neuronales que se encuentran hondamente arraigados en nuestros cerebros que originalmente evolucionaron, para dirigir los movimientos complejos para la conservación de la vida. Debería, por tanto, entenderse que todas las funciones cerebrales derivan del movimiento. El movimiento está relacionado con todos los aspectos de la experiencia humana. Los pensamientos mismos están en constante movimiento de un tema a otro, las emociones (del latín “movere”) nos conmueven y el lenguaje es en esencia una compleja danza semántica de la mente. El pensamiento es en definitiva una sofisticada forma de movimiento, gracias al cual manipulamos contenidos sin materializarlos físicamente.
Los planteos mecanicistas que han sostenido la existencia de un “cerebro motor” sólo responsable de reaccionar a los estímulos que le llegan y el de dar instrucciones a las diferentes funciones motrices, no se ajustan enteramente a la realidad. Las investigaciones demuestran que regiones como los lóbulos frontales, las cortezas parietal y frontal, relacionadas con el acto motor, también desempeñan actividades vinculadas a operaciones mentales como el cálculo o la formación de intenciones. Los neurólogos también han encontrado pruebas de que zonas como el cerebelo, que interviene en la coordinación de los movimientos físicos, coordinan también el movimiento de los pensamientos. La orientación espacial, el lenguaje y otras funciones, comparten posiciones en los mismos sistemas cerebrales y ponen en acción las diferentes regiones de diversas maneras. Las áreas cerebrales que gobiernan las funciones como la memoria, el pensamiento, las emociones, la conciencia y la personalidad resultan muy difíciles de localizar.
El cerebro es tan complejo y tan plástico que es imposible, salvo en términos muy generales predecir como un factor dado influirá en su estado. Cuando utilizamos palabras como memoria, felicidad, o verosimilitud, éstas no se refieren a funciones cerebrales sino a categorías semánticas generadas por funciones cerebrales para las que aún no tenemos nombre y sabemos poco. Sus diversas redes neuronales al parecer representan objetos completos de la percepción o de la cognición o al menos cualidades sensoriales o cognitivas enteras de esos objetos, como el color, la textura, la credibilidad o la velocidad. En la mayor parte de las funciones cognitivas se produce la integración de ordenaciones neuronales provenientes de diferentes áreas del cerebro a la vez. El cerebro ensambla las percepciones por medio de la estimulación simultánea de conceptos enteros, de imágenes enteras y básicamente trabaja con analogías y metáforas. Relaciona unos conjuntos enteros de datos con otros y busca semejanzas, diferencias o relaciones entre ellos, no ensambla pensamientos y sentimientos a partir de unidades de datos como un procesador de datos.
CONOCIMIENTO Y VERDAD
Si al exponer los presupuestos gnoseológicos de nuestro análisis desplazamos el acento puesto, ante todo, sobre el individuo considerado como un ser autónomo, para ser puesto sobre el grupo social en cuyo contexto el individuo actúa, con el cual coopera y lo determina, nos introducimos en los dominios de la sociología y más concretamente en el campo de la sociología del conocimiento. Tal es el caso de los planteos que establecen una relación entre las opiniones de los hombres y sus condiciones sociales. Condiciones que son responsables de que los individuos tengan unas opiniones y no otras en virtud de la época en que viven y sus condiciones de existencia.
“………….El conocimiento es, desde el comienzo, un proceso cooperativo de la vida del grupo, en la que cada uno despliega su conocer dentro del marco de un destino común, de una común actividad y del triunfo sobre las dificultades comunes (en las que, sin embargo, cada uno tiene una participación distinta). Por consiguiente, los productos del proceso cognoscitivo, al menos en parte, están ya diferenciados porque no todo aspecto posible del mundo cae dentro del alcance de la visión de los miembros del grupo, sino solamente aquellos de los cuales surgen los problemas y dificultades para el grupo. Aunque este mundo común (no compartido de la misma manera por grupos externos) aparece de una forma diferente para los grupos subordinados dentro del grupo en su totalidad. Aparece diferente, porque los grupos y los estratos subordinados en una sociedad funcionalmente diferenciada, tienen un modo distinto de aproximación experimental a los contenidos comunes de los objetos de su mundo.” (Karl Mannheim)
Se trata entonces, de transformar las teorías subjetivistas del conocimiento y la concepción de la verdad introduciendo la perspectiva del condicionamiento social del sujeto y del proceso cognitivo. En el caso contrario, si no se tiene en cuenta esta perspectiva existe el riesgo de caer en el relativismo. (El relativismo es el producto de una moderna manera de argumentar que se basa en que el pensar está ligado a la posición concreta del sujeto pensante). El relativismo entronca con la teoría tradicional del conocimiento, que ignoraba la interrelación entre las condiciones de existencia y modos de pensamiento y modelaba el conocimiento de manera estática. “El conocimiento no es un acto abstracto y teórico si no que se basa en una actividad colectiva, por tanto el conocimiento debe ser entendido como un proceso, o sea de manera dinámica y no estática.” (K Mannheim)
Desde el punto de vista sociológico, como hemos visto, se ha afirmado que el hombre es el conjunto de las relaciones sociales y de hecho, si se prescindiera de este componente social del individuo solamente subsistirían entre los hombres los lazos que origina la naturaleza, lo cual, evidentemente, es falso.
También se debe resaltar el papel esencial de las motivaciones psicológicas que nos revelan las razones íntimas que empujan a una persona a buscar soluciones a sus problemas en una dirección determinada. Son incentivos fundamentales para llegar a determinadas conclusiones en la búsqueda de la verdad. Podemos incluso, ir más lejos y decir que las ideas que no están enraizadas en las profundas necesidades de la personalidad tienen muy poca influencia sobre las decisiones y la vida de las personas.
No obstante, ¿Podríamos, a la luz de los conocimientos de la ciencia contemporánea, subestimar el alcance de los condicionamientos biológicos, del individuo en la conformación de su personalidad, como conjunto de ideas, actitudes y disposiciones psíquicas inherentes al individuo real? Los neurocientíficos sostienen que el conocimiento es un epifenómeno del cerebro y por tanto es posible estudiarlo científicamente. Es posible considerar en este sentido, que en último término las funciones mentales, pueden reducirse a procesos físicos y químicos. Es cierto que casi todos los aspectos de la vida se organizan en el nivel biológico-molecular y si no entendemos estas infraestructuras, nuestra comprensión de la vida y de nosotros mismos, será incompleta. Pero nuestra naturaleza biológica está determinada y abierta a los logros de la cultura y esta no esta precontenida en los genes, sino, que es el resultado de la intervención del aprendizaje y su transmisión social. Ciertamente el individuo es un ser biológico de su especie, pero esto no es suficiente para caracterizarlo, puesto que además de los determinismos biológicos sufre determinismos sociales y culturales.
Solamente a condición de tener presente todos estos aspectos del problema es posible comprender al “hombre”, no como un ser abstracto o un simple ejemplar de su especie biológica sino un individuo concreto o sea, teniendo en cuenta su especificidad histórica, social e individual. Sólo el individuo, captado tanto en su condicionamiento biológico como en su condicionamiento social y ambiental es el sujeto concreto de la relación cognoscitiva. Es evidente que esa relación no es ni puede ser pasiva, que su sujeto siempre es activo y que introduce y necesariamente aporta algo de si mismo en el conocimiento y por consiguiente siempre es en una acepción determinada de estos términos.
En definitiva, factores biológicos y sociales en la ontogénesis del individuo forman su psiquismo, su conciencia y determinan principalmente sus conocimientos. El sujeto es, en la relación cognoscitiva el agente que dirige este proceso, el que lo orienta, regula y transforma a partir de los datos que el ambiente le proporciona y sobre todo por mediación de su práctica social sin la cual el conocimiento no pasaría de ser una ficción especulativa. El sujeto no capta la cosa, la realidad sensible, únicamente bajo la forma de objeto, ni sólo bajo una actividad sensorial de un modo subjetivo, sino que la capta como una actividad sensorial práctica. Se ha de destacar el papel decisivo de la práctica en el proceso del conocimiento y la importancia de esta categoría en la concepción del sujeto cognoscente.
Por consiguiente el conocimiento ha de entenderse como un proceso activo, práctico e infinito que tiende a la verdad absoluta a través de la acumulación de verdades parciales. Partiendo de la base que el conocimiento es un proceso, un devenir y no un dato fijo y definitivo, “la objetividad” sólo es una propiedad relativa del conocimiento y sólo puede afirmarse al comparar los productos de los diversos procesos cognoscitivos. El objeto del conocimiento es infinito, tanto si se trata del objeto considerado como la totalidad de la realidad, como si se trata del objeto tratado como un fragmento o un aspecto de lo real. Es infinito en la medida que son infinitas la cantidad de sus correlaciones y de sus mutaciones en el tiempo. El conocimiento de un objeto infinito debe ser, por tanto, también infinito.
Lo que acabamos de afirmar sobre el conocimiento también es válido para la verdad. La verdad equivale, ciertamente a un juicio verdadero o a una proposición verdadera, pero también significa el conocimiento verdadero. En este sentido es un devenir, al acumular las verdades parciales, el conocimiento acumula el saber y en un proceso infinito tiende hacia la verdad total, exhaustiva y en ese sentido absoluta, vinculada a una realidad que no es una sustancia inmutable sino únicamente una manera de agrupar los hechos. Algunos hechos pertenecen a grupos que podemos considerar como materiales, en tanto que otros como las ondas luminosas, por ejemplo, no. Los hechos son el material del mundo y todos se caracterizan por la brevedad de su duración. Según Einstein la distancia existe entre hechos, no entre cosas, e implican a la vez el tiempo y el espacio. Y el espacio como escenario de los sucesos se puede considerar un sistema de relaciones en el cual el tiempo no tiene principio ni fin.
En consecuencia, insistimos en la importancia del esfuerzo humano por comprender este mundo desconcertante y paradójico, en el que rigen reglas insospechadas. Una actitud que no está limitada a formular los prejuicios de una época determinada sino que es una mezcla de imaginación rigurosa y curiosidad intelectual al alcance de todos.
Al finalizar este artículo regresemos al comienzo. La movilidad humana es el motivo dominante en la pauta que se extiende a lo largo de la vida. El hombre no se mueve irracionalmente sino con un propósito y éste sirve para identificar sus necesidades, sus deseos y su naturaleza. De ahí lo acertado de la afirmación de que en la medida que aprendemos a movernos nos movemos para aprender.
Abel Inchuste Barcelona, Agosto 2011
Bibliografía
El cerebro John J. Ratey
Random House Mondadori
No está en los genes R.C.Lewontin, S.Rose, L.J.Kamin
Ed. Crítica
Teoría de la cultura y
Métodos Antropológicos Ino Rossi Ed. Anagrama
La revolución científica Darío Rey Ed. Icaria
Evolución humana Roger Lewin Ed. Salvat Barcelona
La filosofía griega Charles Werner Ed. Labor Barcelona
Entrevista sobre el siglo XXI Eric Hobsbawn Ed. Crítica Barcelona
Ideología y Utopía Karl Mannheim Ed. Aguilar Madrid