URUGUAY ERA UNA FIESTA
Como es sabido, los hombres han encontrado diversas formas de demostrarse a si mismos su identidad como pueblo. Algunas de estas formas tienen sentido religioso, y otras de carácter laico se han institucionalizado y figuran en todos los calendarios.
El estallido de alegría colectivo que caracteriza a los éxitos deportivos en las sociedades modernas está intrínsecamente vinculado a este fenómeno.
En nuestro país, por razones históricamente conocidas por todos, el fútbol ha adquirido ese valor simbólico. Los triunfos deportivos, como la reciente conquista de la Copa América, tienen la virtud de hacer aflorar un sentimiento que nos identifica y nos une. Y creo que es un hecho altamente positivo de reafirmación nacional sin exclusiones.
Para todos aquellos compatriotas que por sensibilidad política se consideran de "izquierda" y que ven con inquietud como al país le cuesta tanto erradicar las lacerantes desigualdades sociales que perduran a pesar de los gobiernos elegidos para superarlas, no debe ser una preocupación asistir a esa explosión de alegría y entusiasmo generado por el triunfo celeste. Estoy seguro que esa alegría compartida que nos han regalado nuestros futbolistas es buena para los uruguayos, pero sobre todo para los más humildes, siempre tan escasos de satisfacciones siendo ésta, por otra parte, absolutamente legítima. ¿No es a ellos a quien mejor representa la selección uruguaya?
Evidentemente, esa alegría tan merecida no es suficiente para cubrir la deuda social existente. Ni la disimula.
Abel Inchuste