viernes, 10 de agosto de 2012

Prof. Abel Inchuste: El entrenamiento deportivo II


ENTRENAMIENTO DEPORTIVO (II)

FISIOLOGÍA DEL EJERCICIO FÍSICO
 
Generalidades


El entrenamiento en términos generales es un proceso continuo de adaptación a la carga de trabajo. Los estímulos provocados por el ejercicio físico en el organismo, en tanto perturbadores de la homeostasis, son los generadores de las transformaciones adaptativas de los sistemas orgánicos implicados.

La realización del programa de ejercicios llevados a la práctica por un deportista durante el entrenamiento, produce cambios orgánicos relevantes y duraderos (morfológicos, anatómicos, psicológicos y fisiológicos) que denominamos efectos del entrenamiento.

Los factores determinantes del rendimiento físico tienen potenciales de desarrollo diferentes. Mientras que la velocidad escasamente puede ser aumentada por el entrenamiento, entre un 15 y un 20%, en el caso de la fuerza y la resistencia general pueden ser mejoradas hasta en un 100% (Holman y Hettinger).

Por otra parte, la dinámica de adaptación (estado de entrenamiento) es muy rápida para un principiante, pero es significativamente más lenta en el sujeto entrenado. Con la mejora del estado de entrenamiento, las cargas no tienen igual impacto sobre la homeostasis, generando por tanto modificaciones cada vez menores sobre los equilibrios bioquímicos del organismo.


La Actividad Neuromuscular

Todos los movimientos del cuerpo humano son producidos por la contracción y relajación de los músculos esqueléticos. La coherencia y eficiencia de un movimiento depende de la ordenada secuencia en que intervienen las unidades motoras específicas (neurona motora y fibras musculares correspondientes).


El sistema neuromuscular está especializado funcionalmente en las actividades que caracterizan el comportamiento motor del organismo. Aunque por su estructura histológica se pueden distinguir tres tipos de músculo (liso, cardíaco y esquelético), en este artículo nos referiremos especialmente a la musculatura estriada, esquelética o voluntaria, cuya función podemos controlar conscientemente.

La propiedad fisiológica básica del tejido muscular es la contractilidad, pero además presenta otras tres propiedades fisiológicas importantes: a) excitabilidad, que es la capacidad de recibir y responder a estímulos; b) extensibilidad o capacidad para ser estirado y c) elasticidad o “memoria” por la que es capaz de volver a su estado original después de haber sido estirado o contraído.

La contractilidad es responsable de las funciones de movimiento presión y fuerza. La excitabilidad se deriva de la presencia de estructuras neuromusculares especiales en la membrana de la célula muscular, la placa motora. La extensibilidad y elasticidad responden al componente conjuntivo de su estructura, por una parte es capaz de proteger, individualizar y recubrir las estructuras contráctiles a la vez que proporciona las propiedades de elasticidad característica del tejido. Todas estas propiedades funcionan de manera interrelacionada y están implicadas en cada uno de los movimientos posibles. La estructura del músculo esquelético responde a una ordenación jerárquica y de orientación en los elementos contráctiles y elásticos que hacen posible una contracción eficaz.


La Contracción Muscular


Cuando un estímulo nervioso parte de una motoneurona hacia un músculo puede activar un número determinado de fibras musculares. El conjunto de fibras excitadas por la misma motoneurona recibe el nombre de unidad motora. Desde el punto de vista de la excitabilidad, la unidad motora puede presentar tres estados: a) reposo, en el que la unidad puede ser activada siempre que el estímulo supere el umbral de excitación;
b) período refractario absoluto, al comienzo del proceso de contracción, en el que la fibra no puede ser activada por ningún estímulo y c) período refractario relativo, que es continuación del anterior, pero en el que la fibra sí puede ser activada cuando el estímulo es suficientemente intenso.

El número de fibras que corresponde a cada unidad motora es diferente en función de la delicadeza y precisión que cada músculo realiza. La cuota será baja
(<10 fibras/motoneuronas) en movimientos muy finos como la manipulación o los movimientos oculares y será más alta conforme aumenta la potencia del movimiento disminuyendo su precisión (hasta 1000 fibras/motoneuronas), como ocurre con los músculos de los miembros inferiores.

Las fibras musculares correspondientes a una unidad motora no están distribuidas en comportamientos estanco en el músculo sino que se presentan en alternancia con las fibras de otras unidades. Con ello se consigue una mejor función muscular, ya que unas unidades pueden contraerse apoyando a otras y abarcando diferentes partes del músculo utilizado y no sólo segmentos muy concretos del mismo.

Por otra parte, y en correspondencia con el tipo de fibra muscular, se puede hablar de unidades motoras de tipo lento (fibras I o S), de tipo rápido o fatigable (fibras II b) y de tipo rápido resistente (fibras II a ).  Es esta variedad en el tipo de fibras y de unidades motoras la que  permite al músculo realizar actividades de características diferentes.

Estas diferencias se reflejan en el terreno funcional, en este sentido, los músculos presentan proporciones variables de las diferentes fibras, por lo que ofrecen mayor o menor velocidad de contracción.

El porcentaje de fibras musculares de uno u otro tipo está condicionado genéticamente, cosa que puede condicionar su capacidad para realizar con mayor o menor éxito determinados tipos de esfuerzo. Según algunos autores es posible inducir a modificaciones por medio del entrenamiento. Si bien puede ser acertada la posibilidad de que hacer ejercicios de resistencia pueda transformar fibras de características rápidas en fibras más lentas y resistentes, la posibilidad contraria parece ser más difícil de conseguir en la práctica. En cualquier caso, desde el punto de vista funcional encontraremos unos músculos más rápidos y otros más lentos.

En los rápidos dominarán las fibras rápidas con características glucolíticas (II b) que presentarán una tendencia rápida a la fatiga porque obtienen la energía por la vía glucolítica, sin consumo de oxígeno y acumulando ácido láctico. Los esfuerzos a desarrollar por este tipo de músculo serán intensos, veloces, potentes y explosivos, pero de corta duración.

Por el lado contrario, se encuentran los músculos con predominio de fibras lentas ( I )
cuyos movimientos serán menos rápidos e intensos pero con una capacidad mayor a resistir la fatiga. Por ejemplo encontramos esta característica en los músculos posturales. Su contenido en mioglobina es elevado, lo que les da el color rojo característico, y les permite capturar y almacenar mayor cantidad de oxígeno.

No siempre que un músculo que se contrae lo hace con la misma intensidad. Ésta viene condicionada por la carga de trabajo a la que se enfrenta. De hecho, si no existiera la posibilidad de modular la intensidad de la contracción, los movimientos cotidianos serían ineficientes. La adaptación de la fuerza generada a cada situación se puede conseguir mediante dos mecanismos: reclutamiento, también conocido como sumación de unidades motoras y sumación  de ondas o sumación temporal. Ambas pueden ser utilizadas simultáneamente, lo que permite una amplia graduación de la fuerza generada por los músculos.


Modalidad de Contracción

1. Isométrica e isotónica

Aunque todos los procesos de contracción muscular siguen las pautas antes señaladas se pueden distinguir dos componentes básicos que clásicamente han sido utilizados para diferenciar a los tipos de contracción: isométrica e isotónica. Uno se refiere al cambio en la longitud muscular y el otro a las modificaciones de tensión generada.

En la contracción isométrica, conocida también como contracción estática (al no existir acortamiento del músculo), no se puede hablar de trabajo mecánico efectivo, sostener un
objeto, mantener el peso del cuerpo contra la gravedad, etc.

En la contracción isotónica la carga de trabajo para el músculo es inferior a la máxima que puede generar. Cuando se inicia la contracción, la tensión va aumentando progresivamente hasta que se supera la carga. En ese momento el músculo comienza a acortarse, manteniendo la tensión constante.





2. Excéntrica y concéntrica

En el sentido en el que existe acortamiento del músculo durante una contracción dinámica se establecen dos subtipos. Si existe concordancia entre el sentido del acortamiento y el movimiento de la carga se habla de contracción concéntrica, Sería el que se produce cuando se contrae el bíceps braquial flexionando el antebrazo sobre el brazo para levantar una pesa. Cuando el sentido de la contracción es contraria al sentido del movimiento de la carga se habla de contracción excéntrica, de acuerdo al ejemplo anterior, descender la pesa a la posición de partida, con la oposición del bíceps que se contrae para evitar el descenso brusco de la carga.

3. Isocinética


El avance tecnológico hace posible el desarrollo de equipos instrumentales que permiten intervenir en algunos componentes del movimiento. De esta forma se han podido establecer nuevas modalidades de contracción. La contracción isocinética es la que se realiza manteniendo constante la velocidad angular o de giro de la palanca muscular que está trabajando. Se consigue mediante aparatos que permiten prefijar la velocidad en la que se va a realizar el movimiento, adaptándola a la resistencia o carga de trabajo que se tiene que vencer. Esto permite que en cada instante se pueda desarrollar la máxima tensión para cada ángulo.
 

Fatiga en la Contracción Muscular


Cuando un músculo aislado es estimulado repetidas veces con una frecuencia de aproximadamente una vez por segundo, la capacidad máxima de contracción comienza a descender. No sólo disminuye el grado de acortamiento, sino que también la relajación se hace más lenta e incompleta. Finalmente el músculo no es capaz de responder ni siquiera a los estímulos más fuertes, es decir que ha perdido por completo su irritabilidad. Cuando los músculos se cansan durante el ejercicio esta insuficiencia puede residir en el músculo concretamente o en el sistema nervioso. De acuerdo a la explicación clásica, la causa principal residiría en la unión neuromuscular (en la placa motora).

Durante el ejercicio muscular agotador y después de él, especialmente en sujetos no entrenados, puede producirse dolor, sensibilidad extrema y rigidez. El dolor aparece generalmente durante el ejercicio, mientras que la sensibilidad y la rigidez sobreviene horas después. La circulación inadecuada, al no permitir la eliminación completa de los productos del metabolismo muscular, es probablemente la causa de estas molestias.

Los calambres o espasmos musculares son contracciones espontáneas, duraderas y a veces muy dolorosas, que pueden ocurrir de improviso, después de una contracción intensa durante el descanso o  presentarse durante el sueño. No hay una explicación válida para todos los casos, la más acertada parece tener que ver con los residuos de cloruro de sodio a causa de la  pérdida de agua por la transpiración y la perturbación consiguiente del equilibrio hidroelectrolítico. Algunos autores lo atribuyen a la falta o escasez de colinesterasa.


La Adaptación Muscular a los Estímulos del Entrenamiento


En la adaptación a las cargas de entrenamiento que implican una mejora de la condición física, podemos distinguir tres posibilidades:

1. Adaptación a estímulos intensos de estructura dinámica de corta duración, como por ejemplo, cargas máximas o explosivas. Después de una mejora de la coordinación intra e intermuscular, el músculo continúa adaptándose a la carga de entrenamiento por medio de un aumento de la sección transversal de las fibras musculares y por tanto del músculo en su conjunto, (como las fibras musculares no se multiplican, el aumento de tamaño del músculo a causa del entrenamiento, está relacionado con el agrandamiento de las fibras musculares-por hipertrofia, no por hiperplasia). Esta hipertrofia del músculo le proporciona mayor fuerza de contracción. Paralelamente, aumenta su capacidad metabólica anaerobia aláctica por la solicitación repetida de los compuestos de fosfato ricos en energía.

2. Adaptación a estímulos intensivos que exigen una fuerte resistencia general anaerobia láctica, por ejemplo entrenamiento de la fuerza o de la resistencia general-velocidad. Paralelamente con la carga, se produce un aumento de la capacidad anaerobia láctica, es decir, mejoran las reservas intramusculares de glucógeno y las enzimas anaerobias necesarias para su utilización.

3. Adaptación a estímulos extensivos, que exigen resistencia general aerobia. Una reacción de adaptación específica de los músculos se traduce en un aumento de las reservas intramusculares de glucógeno y de grasas, así como una adaptación específica implicada en las reacciones bioquímicas aerobias.




En próxima entrega: sistema energético; adaptación cardiovascular; sistema respiratorio; adaptaciones hematológicas; la función renal y  sistema endócrino


Abel Inchuste





Barcelona, 7 de agosto 2012